Las grandes narrativas se han difuminado, desaparecido, esfumado, diluido. Ya no existe, y quizás nunca existió, un relato panorámico que acapare todo lo que se encuentra bajo el sol. Estas corrientes absolutas murieron, perecieron. En la postmodernidad esta visión total de las cosas y los eventos no existe; muere. No hay una sola forma de ver las cosas, sino varias; no existe una sola manera de narrar un suceso, sino múltiples. Jean-François Lyotard, en el primer capítulo de su libro La Condición Posmoderna publicado para el 1979, tiene una reflexión que nos servirá cómo punto de partida para esta investigación:
Las «identificaciones» con los grandes nombres, los héroes de la historia actual se hacen más difíciles. No provoca entusiasmo dedicarse a la «recuperación de Alemania», (..), no se trata de un auténtico objetivo vital. Éste queda confiado a la diligencia de cada uno. (15)
Lyotard trae a colación el tema de las grandes narrativas, los grandes héroes, los cánones que distinguen a un país y cómo estos ya no tienen la misma importancia que tenían antes. El individuo, debido al estado del mundo actual y el pasado histórico de las naciones, decide no creer en estas grandes narrativas que a través de los tiempos movían los predios de la historia. En la posmodernidad, el sujeto desconfía de estos grandes relatos. Esto no solo lo vemos en un aspecto más panorámico, más amplio, sino que podemos verlos en un aspecto más individual e incluso literario. El sujeto posmoderno, al igual que la historia y el momento histórico del que se escribe, ya no es definido por una simple narrativa absoluta. El individuo ya no solo se adscribe a un papel, una profesión, una identidad absoluta, sino que transita, se mueve, fluye como los líquidos. No existe una sola definición para el mismo, sino que cambia. Zygmunt Bauman, en el prólogo de su libro La Modernidad Líquida publicado para el 1999, reflexiona sobre el estado actual de la modernidad. Compara a la modernidad con los líquidos ya que, en este presente histórico, la misma no parece tener una sola definición; no parece tener una narrativa absoluta. “(…) los líquidos, a diferencia de los sólidos, no conservan fácilmente su forma. Los fluidos, por así decirlo, no se fijan al espacio ni se atan al tiempo” (8). Esta definición, vaga sin contexto, puede aplicarse perfectamente, no solo al estado actual de la sociedad, sino que al individuo actual posmoderno. Claro, estamos hablando de vertientes distintas, pero en el tema de la identidad y el sujeto en la posmodernidad convergen bastante. Los planteamientos de Baumann, en su esencia, reflejan lo que Lyotard menciona: la disolución de las grandes narrativas. No hay una modernidad sólida, un mundo total (como diría Lukács), sino que ahora es líquido, es un continuo en constante e inevitable cambio; ya no existe una gran narrativa de la sociedad, sino que hay varias y cambian con el tiempo. Esta es la perspectiva es la que utilizaremos, no solo para referirnos al presente histórico, sino a la relación literaria del sujeto con el mundo que le rodea.
La obra de Roberto Bolaño, a través de los años, aunque no exhaustivamente, ha sido estudiada y vista desde ciertas perspectivas. Adentrarse en un acercamiento teórico a du obra resulta muy curioso. ¿Por qué? Los enfoques que dichos estudios han tenido hasta el momento son algo específicos y no consideran todas las dimensiones de la obra del autor. El propósito de este proyecto es, esencialmente, introducir una nueva dimensión al estudio de su trabajo. Tomando en consideración todos los aspectos introductorios y teóricos que hemos mencionado al momento y pensando en los planteamientos de la identidad líquida que hemos mencionado anteriormente, podemos ir adentrándonos en la tesis de este proyecto. En la obra de Roberto Bolaño podemos encontrar un mundo fragmentado, un mundo roto, un mundo con una totalidad engañosa. Los Detectives Salvajes, a pesar de ser un ejercicio novelístico, recurre a otros recursos literarios para contar su historia. Además, lo hace de una manera escénica, errante, fragmentada. No hay un relato total de Arturo Belano y Ulises Lima, sino que existen varios de diversas voces que dan ideas y descripciones opuestas de estos personajes. Lo mismo sucede en 2666. Quizás en este caso la forma de la novela parezca mas perceptible, pero la forma de la obra es propia de la fragmentación, de la totalidad incompleta. Cada relato es su propio cronotopo independiente. Hay un tema que conecta a todos los libros, pero no es una conexión de la trama. El libro está compuesto de cinco partes (o libros, como le llamó Bolaño) que revuelven en la ciudad de Santa Teresa (una reescritura de la actual ciudad Juárez), pero que cada uno sirve como una narración independiente. Es esta estructura, esta forma organizativa, la que emana en los personajes de Roberto Bolaño. En la obra del autor podemos encontrar una amalgama de personajes que, a pesar de tener una identidad al comienzo, no necesariamente se adscriben en su totalidad a ella. Son camaleónicos: de un momento a otro transmutan, cambian, se diluyen y asumen otra identidad. No solo esto, sino que la voz narrativa acepta sin ninguna resistencia este cambio. En “La parte de Archimboldi” de 2666 tenemos a Hans Reiter, un soldado alemán que sirvió para el tercer Reich. Cuando Reiter decide desasociarse de su pasado militar se autodenomina como Benno Von Archimboldi. Luego de esto, el nombre de Reiter no vuelve a aparecer: Archimboldi ocupa los nuevos espacios narrativos.
Estos planteamientos los podemos ver en varios personajes en la obra de Bolaño. Para propósitos de esta investigación estaremos analizando los casos de Hans Reiter, Carlos Weider, y a Arturo Belano y Ulises Lima. Todos estos personajes asumen una identidad, cómo habíamos mencionado antes, camaleónica, líquida. No solo esto, sino que cada identidad que cada uno asume viene con ciertos detalles circunscritos. En esencia, son dos personas distintas en un mismo cuerpo. Lo interesante del caso es el trato que la voz narrativa le da a dichos personajes: trata sin resistencia alguna el tema. Cuando Alberto Ruiz-Tagle desaparece de la obra y reaparece como Carlos Weider, la voz narrativa no enfrenta ningún tipo de resistencia ni confusión. Tagle desaparece de la historia y ahora Weider habita las páginas. Lo mismo sucede con Archimboldi: como mencionamos anteriormente, cuando cambia su nombre e identidad, Hans Reiter queda en el olvido. La voz narrativa trata sin resistencia alguna el cambio. “Mi nombre es Benno von Archimboldi, señor –dijo Reiter, y si usted cree que estoy bromeando lo mejor será que me vaya. (..) Los ojos del viejo eran de color marrón oscuro (…). Los ojos de Archimboldi eran azules” (981). Reiter se disuelve, se diluye, desaparece; ahora los espacios los habita Archimboldi.
Para ilustrar estos planteamientos observaremos al sujeto bajo los ojos de Deleuze en su ensayo “¿Qué es un dispositivo?”. Si bien Deleuze no se refiere directamente a la confección y constitución del individuo, sus planteamientos son transmitibles a dicho tema. En su ensayo, Deleuze da la siguiente definición sobre el término:
(…) es una especie de ovillo o madeja, un conjunto multilineal Está compuesto de líneas de diferente naturaleza y esas líneas no abarcan ni rodean sistemas cada uno de los cuales sería homogéneo por su cuenta (el objeto, el sujeto, el lenguaje), sino que siguen direcciones diferentes, forman procesos en desequilibrio y esas líneas tanto se acercan unas a otras como se alejan unas de otras. (155)
Teniendo en cuenta esta definición, podemos ir aplicándola al tema de nuestra investigación. Deleuze menciona que los dispositivos funcionan con un ovillo (155) en el que las telas o tiras elásticas en ocasiones se encuentran y en otras no. El individuo posmoderno puede verse conformado de esta forma: es una bola de telas. Cada banda es una narrativa sobre el mismo. En ocasiones se bifurcan, en otras se alejan, y en otras están una justo al lado de la otra. Así es que funciona la identidad líquida en la obra de Bolaño. El sujeto es una bola de tiras elásticas o telas y cada tira representa una de las narraciones que le conforman. El producto final es la amalgama de tejidos que le compone. Cada banda, cada tela, cada dispositivo, es un detalle, cuan grande o ínfimo, que contribuye a su codificación. Estos dispositivos se mueven, cambian y están en constante evolución; no son en lo más mínimo estáticos. De la misma manera, el sujeto se vuelve un dispositivo en un mundo de bandas elásticas. Es esta característica la que resalta en los personajes de la literatura de Bolaño. La identidad es cambiante; el dispositivo es un reflejo del mundo en el que habitan: un mundo de peligro, muerte, y arte. El sujeto se disuelve; el sujeto se transforma; el sujeto desaparece.
Esta investigación introducirá una nueva dimensión en la obra de Roberto Bolaño que no se ha considerado anteriormente: la constitución del sujeto posmoderno. Los análisis y estudios de la obra de este escritor se han limitado a aspectos más hermenéuticos y constitutivo de la totalidad novelesca. No obstante, el tema del sujeto es uno que no se ha estudiado casi o nada. Este proyecto permitirá acercarse a la obra del escritor chileno con otros ojos y otra perspectiva. El propósito de esta investigación es intentar trazar un camino de enfoque para estudios futuros de la obra de este prominente autor. No solo enfocarse en el lado superficial o visible, sino tener un acercamiento marginal, distinto, considerando las complejidades y el sujeto posmoderno como el papel principal.
Para lograr ilustrar y plasmar todo lo anteriormente mencionado, aunque ya quizás hemos discutido parte de la metodología y el marco teórico, utilizaremos los planteamientos de Bauman sobre la modernidad líquida, principalmente el prólogo ya que ahí encontramos la información pertinente a esta investigación. Utilizaremos también, principalmente, el primer capítulo del libro La Condición Posmoderna de Lyotard para poder definir el sentir y el tiempo y espacio catalogado como la posmodernidad. En cuanto al tema del sujeto, lo veremos bajo los ojos de Deleuze en su ensayo “¿Qué es un dispositivo?”, en el cual el mismo hace referencia a una bola de bandas elásticas o telas, a un ovillo. El sujeto se verá cómo una amalgama de telas que en ocasiones se encuentran, se bifurcan y en otras se separan. Estas telas forman, al final, funcionan como las pequeñas narrativas que contiene un sujeto. Todo esto servirá al propósito de estudiar la identidad camaleónica de los personajes de Bolaño. Cada uno de los personajes aquí estudiados asume una identidad líquida que, al mismo tiempo, está conformada cómo un ovillo. Cada tela del ovillo, como ya dijimos, es una narración acerca del sujeto. Es esta multiplicidad de narraciones, esta multiplicidad de historias la que permite que el sujeto Bolañesco asuma una identidad fluida.
Las grandes narrativas se han diluido. En la obra de Bolaño podemos ver cómo este planteamiento se refleja, especialmente, en el trato de la identidad y los personajes. El sujeto, en su obra, transmuta, cambia, transforma su identidad. Para lograr realizar esto, cada uno refleja una identidad líquida que les permite este continuo de cambios. No solo esto, sino que visualizar al sujeto como una bola de bandas elásticas en la que cada tira representa una pequeña narrativa del individuo contribuye a esto. Los personajes de Bolaño, en su esencia, al igual que su obra, son posmodernos. No se circunscriben a un tipo de personalidad o comportamiento, sino que están en cambio y no tienen problema en asumir otro tipo de identidad. Esto se agudiza cuando consideramos la falta de resistencia de la vos narrativa. Estos cambios pasan sin ningún problema; estos cambios fluyen justo como los líquidos y el agua. El sujeto posmoderno asume una identidad continua, una identidad líquida.
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